La Navidad para muchos es una fiesta de abrazos y regalos, para otros una fiesta de familia, para otros una fiesta de negocio, para otros un exceso de consumo, para otros una fiesta religiosa. Quizás de descarga de las pesadas conciencias de muchas empresas, con el propósito de sacar tajada de su generosidad. Y para la ciudad es un mes de apabullante publicidad, para obligar a comprar y comprar, para vender más y más.
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