Durante décadas, las cuentas bancarias y el mercado de bienes raíces en Europa han sido sitios seguros donde dictadores depositaron miles de millones de dólares que robaron en sus respectivos países.
Pero la presión ejercida sobre los bancos privados y los departamentos de justicia europeos por parte de grupos anticorrupción y asociaciones de abogados han por lo menos logrado cambios en uno de los más importantes de esos refugios.
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