En el siglo 20 el ser humano conquistó lo “imposible”. Sabemos volar como los pájaros, navegar bajo el agua como los peces y correr más rápido que las liebres, y somos capaces de comunicarnos a distancias antes inimaginables. Somos la generación automotora. El reloj mide cada segundo de nuestro tiempo; caballos y carruajes cedieron el lugar a los automóviles y a los aviones; trovadores invisibles cantan a través de nuestro equipo de sonido, heraldos sin rostro divulgan los hechos de inmediato, el circo y el teatro irrumpen en nuestra sala con las dimensiones de una pequeña pantalla electrónica.
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