Los drones o aviones no tripulados que ahora están participando en la guerra de Libia se controlan desde un cómodo despacho, donde con una pantalla, un teclado y un joystick se lanzan bombas y misiles sobre objetivos reales. En Afganistán, la otra guerra en la que vamos de la mano del todopoderoso ejército estadounidense y la OTAN, se utilizan habitualmente estos aviones. En sus ataques está comprobado que no faltaron las víctimas civiles.
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