Como cualquier otro ciudadano de Oslo, vagué por las calles y los edificios atacados. He visitado incluso la isla en la que fueron masacrados los jóvenes activistas políticos. Comparto el sentimiento de miedo y de dolor de mi país. Pero la cuestión sigue siendo por qué: esa violencia no fue ciega.
Llegiu l'article sencer a
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada