En diciembre de 1510, una pequeña comunidad de frailes dominicos desembarca en la isla caribeña de La Española (hoy territorio de República Dominicana y Haití). Esta comunidad misionera, encabezada por Pedro de Córdoba, procedía del convento de San Esteban de Salamanca, uno de los centros más famosos y más abiertos de la Orden Dominicana.
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