Las elecciones generales españolas previstas para el 20 de noviembre son, en principio, un regalo para el movimiento 15-M. Y lo son por una razón fácil de entender: están llamadas a permitir que se recree un escenario similar al que permitió el nacimiento del movimiento en mayo, cuando surgieron manifestaciones y acampadas al calor de unas elecciones autonómicas y municipales lastradas por la sordidez y la tristeza.
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