Gulnaz, la joven súbdita de la República Islámica de Afganistán, tutelada por la OTAN, que fue encarcelada por ser violada y a la que cuadriplicaron la pena al poner un recurso, es el rostro de las mujeres de su tierra, gobernada por un tal Karzai que, en un alarde de compasión, la indultó a condición de que se convirtiera para toda su vida en la esclava sexual de su agresor –que anda libre-, evitando así otros 12 años y estar a merced de los carceleros.
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