No sé muy bien de dónde ni por qué, pero en algún momento de la comida de Año Nuevo salió el tema del Vaticano y de los obispos, de eso que indebidamente se llama “la iglesia”. Yo estaba sentado frente a tres de nuestros 20 sobrinos, tan distintos de nosotros y entre sí, todos ellos encantadores: Josu, Mikel y Xabier. Tienen, los tres, entre 18 y 28 años.
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