Si uno pudiera mantener una cierta distancia con lo que está ocurriendo en nuestros países en este lado del Atlántico y tomarse el lujo de verlo como mero observador, podría ver la situación actual como una tragicomedia. El grado de cinismo al cual se ha llegado en algunos círculos gubernamentales de países de la Unión Europea alcanza niveles que rebasan lo trágico para convertirse en cómico.
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