A finales de agosto pudimos contemplar con horror e indignación la utilización de armas químicas (hecho confirmado por los inspectores de Naciones Unidas) por parte de los contendientes, causando la muerte, según estimaciones, de unas 1500 personas, incluyendo civiles no combatientes y niños. En una nota reciente de la Comisión General de Justicia y Paz hemos afirmado que consideramos que esta acción constituye un crimen de guerra gravísimo, cuya autoría y circunstancias deben ser investigadas por organismos independientes. Los responsables de la matanza deberían ser juzgados por tribunales de justicia imparciales o por el Tribunal Penal Internacional.
La Comunidad Internacional no puede admitir estos crímenes y debe tomar todas las medidas políticas, jurídicas y diplomáticas necesarias para evitar su repetición y asegurar el castigo de los responsables. En este sentido, vemos con esperanza que, tras la reacción internacional el Gobierno de Siria haya aceptado desmantelar bajo supervisión todo su arsenal químico. Esperamos que esta iniciativa sea llevada adelante inmediatamente.
No obstante, consideramos un grave error responder mediante el bombardeo o ataque armado, de consecuencias imprevisibles, a uno de los contendientes, como habían anunciado diferentes potencias. Un ataque ocasionará más víctimas inocentes y el empeoramiento de la situación y extender la guerra. Por ello, pedimos al Gobierno español que no colabore ni apoye ninguna actuación en este sentido. En este sentido, es también inaceptable legal y éticamente el suministro de armas o el apoyo militar de cualquier tipo a cualquiera de los bandos enfrentados, como vienen haciendo numerosos países.
Desde Justicia y Paz nos sumamos en su día al llamado que hizo el Papa Francisco, convocando a una jornada ayuno y oración el pasado día 7 de septiembre, en solidaridad con el sufrimiento de todas las víctimas y para implorar la paz. Nos sumamos al clamor que pide a las partes enfrentadas y a todos los actores implicados que cesen de inmediato las hostilidades y se esfuercen por alcanzar una paz justa mediante el diálogo.
Igualmente, pedimos a la Comunidad Internacional el máximo compromiso y sensibilidad para ayudar a poner fin a una guerra que siembra destrucción y muerte, ya que el diálogo y la negociación son la única opción para Siria. Es necesario llevar de nuevo a las partes a un proceso de negociación sin condiciones. Así mismo, deben dedicarse urgentemente los máximos esfuerzos para atender a todas las víctimas, refugiados y desplazados.
Per a La revista cristiana de hoy, 1/10/2013
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